lunes, 29 de febrero de 2016

La isla de Alice


Si no hubiese tenido el accidente, habría llegado a casa justo a la hora que decía. 
Así que, desde donde fuera que me llamó se aseguró de estar a la misma distancia que hay desde Yale hasta Providence: 170 kilómetros. 
Volví a echar mano del mapa. 
Desde el lugar del accidente hasta casa hay 67 kilómetros. 
Así que llevaba conduciendo en torno a 90 kilómetros.  
Usando esa distancia como referencia tracé un radio desde el río Weweantic
 en dirección contraria a casa, hacia el este, para determinar desde dónde 
era lo más lejos que podría haber conducido. (...) 170 kilometros hacia el este. 
Eso practicamente abarcaba cualquier rincón de la parte oriental del Estado
 de Massachusetts, incluyendo Boston y practicamente todo Cape Cod.
 ¿No querías piezas de puzzle? Toma piezas de puzzle.

Los que sois asiduos al blog sabeis que no suelo tener en cuenta el palmarés de ningún certamen literario a la hora de elegir mis lecturas y que si hay un premio al que le tengo especial inquina éste es el Planeta. Sin embargo, desde el mismo momento que se anunció que la primera novela de Daniel Sanchez Arévalo (Madrid, 1970) era finalista de la última edición de estos galardones, y sin saber absolutamente nada acerca de su argumento, me picó la curiosidad de tal modo que leer La isla de Alice (Planeta. 2015) se convirtió para mí en una obsesión, como la que muy pronto descubriría que consume a la protagonista de esta historia.

Cuando su marido muere en un accidente de coche, en el otro extremo del lugar en el que se supone que debía estar, la vida de Alice se tambalea. ¿Qué hacía Chris en ese lugar? ¿Tenía una aventura amorosa? ¿Era su perfecta vida matrimonial un espejismo? Para tratar de averiguar el secreto que escondía su marido, Alice reconstruye su último viaje, gracias a las cámaras de seguridad de los establecimientos por los que pasó el coche de su marido en ese trayecto mortal. Un itinerario que le lleva hasta Robin Island, una pequeña isla en la que todos sus habitantes se conocen pero de la que Chris nunca le habló. ¿Qué puede haber allí que fuera tan importante para su difunto marido y que justificara su mentira?

Me resulta muy difícil, por no decir completamente imposible clasificar esta novela, lo cual no significa que no me haya gustado. Al revés. He devorado las más de 600 páginas de las que consta, pero no consigo encuadrar la historia dentro de ningún género literario. El caso es que si lo pienso tampoco me resulta fácil clasificar las películas de Sánchez Arévalo, asi que supongo que es lógico que me ocurra lo mismo con su primera novela. Quizá sea que la obra (cinematográfica y literaria) de nuestro Woody Allen patrio no es más (ni menos) que trocitos de vida y la vida es inclasificable, con sus series de catastróficas desdichas de las que pasado el tiempo conseguimos reirnos y con sus momentos felices que acaban por hacernos llorar amargamente. La vida. Con sus contradicciones. Su sinsentido. Sus puñaladas traperas. La puta vida.

Lo primero que llama la atención de La isla de Alice es que esté protagonizada por una mujer. O mejor dicho, que Sánchez Arévalo haya sido capaz de dar vida a un personaje femenino tan bien dibujado, tan creíble. Sin embargo confieso que en numerosos momentos de monólogo interno de Alice, su voz se tornaba la de Quim Gutiérrez en cualquiera de sus intervenciones en 'Primos' (sin duda de lo mejorcito que nos deja el cine español en la última década), aunque reconozco que personalmente eso no me ha supuesto ningún problema y que como cuando aprendes a meditar en yoga, simplemente lo he aceptado y lo he dejado ir (con una gran sonrisa en mis labios).

Otro de los personajes que sorprende, es el de Olivia, la hija de la protagonista, quizá por resultar el contrapunto sensato (¿sensato? ¿Una niña de 6 años con neurosis obsesiva?) a la obsesión de su madre. Una auténtica joyita.

El hecho de que transcurra en una localidad costera estadounidense pensé que lo iba a extrañar bastante más de lo que en realidad lo hizo que es nada. A ver cómo lo explico porque en realidad es contradictorio: Cuando leo las novelas de Juan Gómez Jurado (por poner un ejemplo de escritor que suele sitúar sus historias al otro lado del charco) con ese tono pulcro y aséptico que podría estar sacado perfectamente de un guión hollywoodiense, tengo que estar recordándome que la pluma es española, y en ocasiones suspiro por algún guiño al adn cañí del autor. Sin embargo, en el caso de Alice, su forma de hablar y de actuar es tan genuinamente española que aunque lo normal seria que chirriara en el contexto en el que se sitúa, en mi opinión se integra maravillosamente bien.

Cuando termino de leer una novela, el cuerpo me pide estar un día entero sin leer nada, dejando que se asienten las sensaciones que cada historia provoca en mí. 24 horas de ayuno literario transcurridas las cuales me lanzo como una posesa a buscar toda la información que no quise conocer antes de leer el libro en cuestión (entrevistas con el autor, reseñas de otros lectores, etc.), para ver si mis impresiones son sólo mías o las comparte alguien más. He leído que con esta novela el escritor ha querido retratar el estilo de vida de la clase media-alta americana, algo con lo que no estoy en absoluto de acuerdo porque ya os digo que en Alice se adivina un modus operandi bastante quijotesco; que le sobran de 200 a 300 páginas y toda una comunidad de personajes secundarios innecesarios (es la primera vez que oigo que el hecho de que un escritor se haya currado todo un universo alrdedor del personaje principal sea considerado como algo negativo. Vamos que es como si alguien dijera que a "El señor de los anillos" le sobran reinos y que Frodo no tendría que haber dado tanto rodeo para deshacerse del maldito anillo), y que a ver cómo resuelve la complejidad de todo lo que ha plasmado en la novela en una hipotética película de la que llegan a repartir los personajes principales entre los actores fetiche del director (Daniel, no lo hagas, no caigas en la tentanción de convertir La isla de Alice en una película. Regálanos nuevas historias en las que sumergirnos en el formato que consideres oportuno, pero deja que ésta sólo genere imágenes en nuestra imaginación).

En definitiva una novela adictiva y llena de maravillosas contradicciones que no puedes dejar de leer y que se queda muy cerca del sobresaliente en mi ranking de puntuaciones. Recomendable para cualquier tipo de lector sea cual sea el momento. Espero que la llegada de Sánchez Arévalo al mundo de la literatura no sea algo circunstancial y que a partir de ahora compagine su faceta de director de cine  con la de escritor, porque desde luego yo ya le he hecho un hueco en mi estantería. 

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